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EL ROTULADOR VERDE


EL ROTULADOR VERDE.

Eva Carrillo. Innovación Educativa.

Esta es la historia de una hermosa experiencia que pude vivir trabajando con niños de 5 y 6 años, una de tantas que surgió durante el proceso personal de cambio.

Un día, mientras los alumnos me iban enseñando su tarea mi atención se desvió directamente al bote con bolígrafos y rotuladores que tengo encima de mi mesa. Me fijé en mi pilot azul, que utilizo para uso personal, y el rotulador rojo que uso para corregir… Que me fijara en eso, así sin ton ni son, ya me llamó la atención, pero todavía no estaba captando el mensaje, veía sin mirar ni escuchar…

Cuando uno de mis alumnos se acercó con su trabajo recién acabado para enseñármelo, fui consciente de que cogí el rotulador rojo...Es decir, fui consciente de algo que hasta ahora hacía de manera mecánica y, de repente, como si fuera un flash, capté el mensaje : “¿En serio que hay algo que corregir aquí? ¿Dónde está el rotulador verde?

En el paradigma de la Educación Tradicional, tengas la edad que tengas, en algunas de tus tareas, trabajos,exámenes, sino en la mayoría, te encuentras con esos toquecitos rojos en forma de aspa, en forma de círculo, en forma de letras o de números que señalan claramente tus errores para que el alumno sea consciente de donde yerra, y para que sus padres cuando vean ese examen, ese trabajo ,ese álbum, también sepan dónde ha fallado. Ya puedes haberlo hecho casi todo bien, lo que sería sacar un 8 o un 9, que lo que se ve es ese” toque rojo”, ese colorcito que te indica que no has llegado al 10, que echa por tierra todo lo bueno de tu trabajo indicándote que, aunque sólo ha habido uno o dos fallos , sigues equivocándote, no eres un 10.

¿Cuántos niños ,ya desde pequeños, se obsesionan con ese error, con esa mancha roja que les recuerda que no lo han “hecho bien”, y no son capaces de ver todo lo que SÍ han hecho bien? ¿Por qué tiene que ser importante remarcar el error y no los logros? ¿Por qué no usamos el rotulador verde?

Hay muchas maneras de aprender de los errores y que no queden marcados en rojo de por vida. De hecho, no es que haya muchas maneras de aprender de los errores sinó que errar en sí mismo ya implica aprendizaje. Espero recordar antes de acabar de escribir este artículo,el nombre de la persona que dijo “No he fracasado, he encontrado 10.000 soluciones que no funcionan”.

Lo mismo pasa con las “caras tristes” y las “caras contentas”, a veces dibujadas a mano, o a veces en forma de pegatinas, “gomets”, ¿Las conocéis? Se suelen utilizar bastante en Educación Infantil como “feedback”... Sí, también me di cuenta de que son pedagógicamente cuestionables… ¿Es la maestra la que tiene que estar contenta del trabajo o tarea que ha hecho el niño? ¿Son sus ojos el filtro por el cuál la tarea del niño debe pasar y a quien tiene que contentar y agradar? ¿Le dibujamos una “cara triste” en su trabajo porque no ha conseguido entenderlo o “hacerlo bien”? ¿Esa es nuestra labor? Dar una clase magistral , repartir las fichas y después si el niño no ha conseguido el objetivo de la ficha pues le dibujamos una cara triste “Ea, para que lo sepa , espabile y lo corrija”...

¿Se nos olvida nuestra profesión?

¿Se nos olvida que los niños van al colegio para aprender , entre otras cosas, y no para demostrar lo que saben?

¿Se te olvida que si un niño no entiende “lo que sea que haya que entender” eres tú, docente, quien tiene que buscar los recursos para que lo entienda?

¿Se te olvida cómo influyen los procesos emocionales en el aprendizaje, el propio proceso de maduración biológico y el proceso cognitivo?¿Respetas y entiendes estos procesos?

Y , respecto a dibujar “caras contentas” más de lo mismo… En mi opinión, sólo significa que la maestra está contenta porque ha visto un resultado “correcto” , aunque quizás el niño no ha puesto ni una pizca de cariño en hacer su trabajo, o quizás se ha copiado del de al lado y no nos hemos dado cuenta, pero vemos su resultado y…¿está correcto? Pues te dibujo una cara contenta. Y hablando de copiar, los niños que copian se sienten inseguros, no han captado el objetivo, o sí , pero dudan de sus capacidades, porque lo que quieren es la aprobación de su maestra, enseñarle su tarea y que ella le ponga una “cara contenta”...

Los niños merecen ser queridos por lo que son, y el resultado de sus tareas no debería definirlos como válidos o inválidos, dependiendo así su autoestima de la aprobación de su maestro.

Vamos a ponernos por un momento en la piel del niño. Imagínate que estás en clase y a cada hora entran evaluadores que te enganchan pegatinas, “gomets”. A veces te las enganchan con la cara contenta, lo cual significaría que lo has hecho bien bajo su punto de vista, que a saber cual es, y a veces, con la cara triste acompañada de frases como “deberías de haberlo sabido”, “ ya te lo explicaron en la Universidad”, “parece mentira que no te acuerdes de algo tan elemental…”...Dime, ¿cómo te sentirías? . Quizás en alguna ocasión, ya te han tratado así…¿Puedes recordar cómo te sentiste? Quizás, si te pones a pensarlo , comenzarás a conectar con la tristeza, con el enfado... ¿Puedes pensar qué es lo que te hubiera gustado que te dijeran para mejorar ? ¿Puedes pensar ahora en la manera en la que te hubiera gustado que te dijeran las cosas? Quizás si te pones a visualizar cómo te habría gustado que te “corrigieran” puedes conectar con la alegría , con el amor…

Empatía: Eso que se pretende que el alumno aprenda cuando nosotros como docentes no tenemos esa actitud.

Si conectamos con esa emoción de alegría y ese sentimiento de amor que acabo de nombrar producidos por un feedback positivo (sin caras tristes ni contentas, sin tachones rojos)quizás lo que te gustaría es que te dieran información que te permitiera mejorar y crecer, que la intención del mensaje fuera positiva,que comenzaran quizás valorándote lo positivo , que te dieran la oportunidad de expresar tu punto de vista, que pudiérais identificar conjuntamente acciones para mejorar…

Muchas veces creemos que educar es “eso”, que educar “va de corregir” y lo hacemos con la mejor intención, pero os propongo que la próxima vez que queramos dar un feedback a nuestros alumnos, pensemos en qué queremos conseguir. ¿Queremos construir ? ¿Ayudar a crecer? Si es así tendremos que centrarnos en tres aspectos críticos:

  • Empatía.

  • Cuidar el qué y el cómo.

  • Centrarnos en lo que construye.

Y, por supuesto, coger el rotulador verde…

Porque apuesto a que en todos y en cada uno de los profesores existe la fortaleza necesaria para cambiar y ser la mejor versión de sí mismos; porque abogo por la entrega y la ilusión en la que cada uno de nosotros nos entregamos a esta profesión desde la vocación ; porque estoy segura de que pueden “despertar” muchos profesores aletargados y “dormidos” y aprovechar todas sus cualidades , recordar lo que verdaderamente son y hacer de esta profesión el cambio que todos queremos ver.

¡Vamos juntos!

P.D: Padres y madres , olvídense de atacar a los docentes con este artículo de reflexión, porque este artículo también va de ustedes. Vamos juntos...No lo olviden. Un abrazo.

Eva Carrillo, Maestra y Experta en Inteligencia Emocional.

eva.innovacioeducativa@gmail.com


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